Invocación a la Diosa )O(

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"Invoco los poderes de la Tierra,
Poder de la luna oscura, profunda y rica,
abrázame con tu manto negro mientras que las estrellas brillan .

Invoco los poderes del Aire,
Oh sabia abuela, te invito en mi círculo.
Poder de la luna nueva, suave y gentil me recibes con los brazos abiertos a medida que comienza un nuevo ciclo.

Invoco los poderes del Fuego,
Oh dulce doncella, te invito a mi círculo.
Poder de la luna creciente, sutil y flotante, acúname en tu vientre,
mientras curo mis heridas y temores.

Invoco los poderes del Agua,
Oh reina suave, te invito a mi círculo.
Poder de la luna llena, voluptuosa y plena, potencia mis labores,
mientras alíneo mi energía con la tuya.

O agraciada madre, te invito a mi círculo "


Así es, así sea, hecho está )O(

Cómo llegar a ser una mujer mayor y esplendorosa


Hay algo deliciosamente escandaloso en la frase "mujer mayor fresca y esplendorosa." Los adjetivos "fresca" y "esplendorosa", usados junto a "mujer mayor", nos chocan primero y después los asumimos. Hace varios años estaba dando una charla sobre el arquetipo de la  mujer sabia,y salió esta frase, que adoptaron
inmediatamente la práctica totalidad de mujeres que había en el auditorio. Creo que describe con gran acierto los años de vejez de
una mujer que ha integrado los arquetipos y las tareas de doncella y madre en su personalidad. Su actitud y su espíritu son como el verde fresco de la primavera, y saluda la posibilidad propia y ajena de crecer de un modo distinto. Hay algo sólido en esa manera de ser una mujer adulta cuya vida ha dado frutos a través tanto del cultivo y la
poda, como de la templanza y el trabajo; sabe por experiencia propia que para plantar y dejar crecer nuevas posibilidades para sí misma o los demás, y para que se hagan realidad, se necesita empeño y amor.


También hay algo en su pasión por la vida que es como una fruta de verano madura y esplendorosa. Esa mujer inicia con la menopausia una nueva etapa, y se muestra abierta a nuevas posibilidades.


La mujer mayor fresca y esplendorosa ha vivido lo suficiente para implicarse profundamente en compromisos entusiastas y llevar adelante su vida personal como un proyecto de pleno sentido, por muy especial, feminista o tradicional que pueda parecerles a los
demás. Para ello es necesario saber quiénes somos en nuestro interior, y creer que nuestros actos son la reflexión o expresión
verdadera de nuestro auténtico yo. Es tener lo que Margaret Mead llamó EPM o entusiasmo postmenopáusico por la vida que llevamos.
Lo que me inspiró «fresca y esplendorosa» fue la teología viriditas de Hildegard von Bingen ("la energía vivificante"). Von Bingen fue una mujer extraordinaria que vivió hace ochocientos años e hizo gala de una personalidad renacentista y feminista antes de que el Renacimiento y el feminismo se hubieran inventado. En Illuminations of Hildegard of Bingen, el teólogo Matthew Fox fue el
primero en presentar la figura de Hildegard a los lectores. Esta mujer, nacida en 1098 y fallecida en 1179, ejerció una considerable
influencia. Fue abadesa benedictina, mística, médica, teóloga, música, botanista y pintora. En una época en la que eran pocas las
mujeres que sabían escribir, y en la que a la mayoría se les negaba una educación formal, ella mantenía correspondencia con
emperadores, papas, arzobispos, nobles y religiosas. Viajó, predicó extensamente, fundó monasterios y, haciendo gala de una gran
astucia, mantuvo una posición política muy abierta. En momentos clave de su vida, desafió la autoridad de los superiores de su Iglesia y
acabó imponiendo su criterio.


La autoridad y creatividad de Hildegard fue creciendo a medida que iba cumpliendo años. Tuvo una vida excepcionalmente longeva
para la época (ochenta y un años), rasgo que es un común denominador para las mujeres que en la actualidad inician sus años de vejez. 


Hildegard tuvo que desarrollar su intelecto y su talento para llegar a hacer lo que hizo y ser la persona que fue. En esa época eso
sólo era posible viviendo en una comunidad religiosa de mujeres, la cual le permitía dedicarse a aquello que le interesaba. La religiosa fue capaz de tomarse en serio a sí misma, obtener el consuelo espiritual
a través de la meditación y reaccionar sin tregua ante los acontecimientos del mundo exterior. Hildegard, como ejemplo de la
vieja fresca y esplendorosa, fue lo que llamo una mujer capaz de realizar sus propias elecciones.