Las pitonisas de Delfos


Las pitonisas eran las sacerdotisas del templo de Apolo en Delfos, en donde además de recibir a los visitantes y a sus ofrendas actuaban como intermediarias entre el oráculo y los hombres.
Las pitonisas de Delfos
Cuando Apolo fundó su templo en Delfos, prometió visitarlo periódicamente para aconsejar a los humanos mediante un oráculo. Pero temiendo que los mensajes divinos puedan ser inentendibles para los simples mortales, el dios de la verdad decidió comunicarse a través de sacerdotisas que supiesen interpretar sus designios.
Las llamó “pitonisas” por Pythos, su sobrenombre. En los primeros tiempos Apolo las buscaba jóvenes y vírgenes, sin importarles si eran nobles o campesinas, para que su pureza fortaleciera el contacto divino. Sin embargo, un día, un visitante del templo, movido por sus bajos instintos violó a una de las doncellas. Apolo, entonces, decidió reemplazarlas por mujeres de alrededor de cincuenta años que decidieran servir el resto de su vida a Apolo.
Las pitonisas vivían entre las grutas o cerca de las corrientes de agua. Cuando llegaba el día del oráculo, se purificaban con baños rituales, se vestían de gala para recibir a Apolo y se ubicaban sobre un trípode de oro en lo más profundo del templo. De entre las grietas del suelo el dios hacía emanar una exhalación sagrada, por medio de la cual transformaba la voz de la sacerdotisa en la suya. Entonces las pitonisas comenzaban a cantar y a lanzar palabras muchas veces incomprensibles en apariencia, para ofrecer el consejo de Apolo.
Muchos han discutido acerca de la veracidad del poder de las pitonisas. Se dice que el trance que sufrían era provocado por un gas alucinógeno (y no por la inspiración apolínea) y que, al reproducir frases “enigmáticas” (o incoherentes), los desaciertos eran atribuibles a una mala interpretación de sus palabras.

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